Y tú, ¿Quién eres?

Y ¿Tú quién eres?

Te invito a que hagas este ejercicio: escribir tu perfil como si lo fueras a publicar en redes sociales y te atrevas a subir fotos, yo lo hice y me sirvió para delinear mi identidad actual. La pregunta fundamental ¿Quién soy? siempre nos remite a nuestro prójimo; padres, hermanas y hermanos, hijas, esposo, y también a aquellos lugares o decisiones que nos revelaron lo que hoy somos.

Soy la hermana güera de cinco que no lo son, me pusieron el mismo nombre que mi madre por ser la mayor de las hijas pero le antecedieron un “María” para distinguirme, el cual nunca me llamaron y creo que tampoco me distinguieron. Ahora que mi madre tiene 91 años con Alzheimer galopante se hace unas bolas tremendas cuando le contesto a su, siempre misma pregunta, -Y ¿Tú quién eres?-  Angélica Breña, le contesto y entonces viene una cascada de confusiones que me hacen desear haberme llamado María y ya. Descubro que mi papá no le puso mucha atención a cuál sería mi nombre y eso que asistió a mi bautizo y al Registro Público para obtener mi primer documento de identidad oficial, mi acta de nacimiento que esta manuscrita fue elaborada en la Ciudad de México en 1959, dice María Angélica Breña Malacara, al anverso una serie de garrapatitas corrigiendo la errata por Malagamba. Mis dedos gordos del pie son mi señal distintiva, esféricos y abultados como si fueran una tutsi pop, los pobres siempre sufren de golpes y sus uñas están maltratadas a pesar de los cuidados extras que les doy, los heredé de mi padre, él los tiene en las manos. En una ocasión me dijo una bruja que eran así por que yo he vivido muchas vidas anteriores, entonces me consuela que he evolucionado puesto que no soy una piedra.

 

 

  Tuve la suerte de tener un padre presente y hasta la fecha quiere seguir funcionando como tal pero en mi infancia estuvo tan ocupado trabajando y manteniendo la casa y estudios de todos nosotros que no le dio tiempo de irnos conociendo a cada uno en nuestra individualidad. Mi percepción de cuál es mi lugar en el corazón de mis padres es diferente a la que mis hermanos dicen de mí pero agradezco haber tenido una vida en, lo que ahora llaman, familia tradicional. Conservo buenas fotos impresas de la vida familiar y siempre que pienso en mí de niña se me viene la imagen de una niña alegre, extrovertida y con aura brillante.

 

 

 

Mi inclinación por la literatura y la buena música viene de mi mamá. Ella cultivó la literatura latinoamericana y fue una notable maestra de jóvenes mujeres a nivel preparatoria, licenciatura y maestría. Dejó de ser mi madre a mis 36 años para convertirse en mi  verdadera maestra cuando hice el posgrado en Humanidades. Ella me fomentó la buena cultura y la sensibilidad para descubrir las narrativas de moda del siglo XX, desde tabicones como el Ulises James Joyce hasta revelaciones de mis yoes como Ernesto Sábato, Octavio Paz, y su amado Vargas Llosa. Papá también contribuyó a ese gusto mío por los libros y las Humanidades nos leía los domingos en el desayuno algunos cuentos de Oscar Wilde y siempre recordaré cómo me conmovía el Príncipe Feliz y esa pequeña incauta golondrina que se quedó sin migrar por seguir haciendo lo que el príncipe le decía.

 

He cultivado el hábito de la lectura y el de ser una continua aprendiz de las artes, del francés y del italiano en mi tiempo propio, aquel que me queda para mi deleite, que procuro sea cada vez más.

He tenido el privilegio de amar y ser correspondida en varias ocasiones. De esos amores definitivos y públicos conservo gratísimos recuerdos y espinosas enseñanzas. No puedo decir que no lamento nada de lo que pasó como dice la Piaf pero sí he incorporado las vivencias más dolorosas a mi disco duro de tal manera que ya no sangran, al contrario lubrican y ayudan a que yo camine la vida como si estuviera descalza sobre vidrios y ascuas.

Hay dos lugares entrañables más que favoritos que me han ayudado a ser como soy:

  1. El estudio de mi mamá donde había muchos libros de todo tipo a mi alcance. Buscar las palabras prohibidas y explorar los interiores de esas páginas a mi antojo me enseñó la libertad. Cuando estaba en la edad de la punzada me alejé de esa biblioteca para formar la mía, en esos veranos las tardes lluviosas se prestaban para saltar charcos y soñar con esas historias que leía. Esas dos actividades se mezclaban como café con leche. Ahora cuento con un estudio formado y diseñado por mí. Me gusta sentarme a rodeada de libreros llenos de libros leídos y consultados por mí en todos estos años y con una ventana que en abril se llena de jacarandas.
  2. Ennedi, región en el desierto del Sahara. Fue una verdadera aventura y el mejor regalo que me dio Julián mi esposo en 2014. En el desierto el silencio es de cristal y las estrellas fueron la obra maestra más bella que he visto. Anduvimos en caravana en camellos con nuestro mundo a cuestas. Una gran metáfora de la vida toda.

 

Con el tiempo he descubierto que la felicidad es un estado de ánimo muy volátil y delicado pero que se puede cultivar, algo así como los gusanos de seda y ahora que me estreno como abuela de Kublai (Xavier) con el solo hecho de que exista ese bebé me invade un deseo enorme de estar feliz.

El amor a mis dos hijas me ha acompañado siempre para volver a intentar, para explorar esos horizontes desconocidos, para escoger el camino luminoso. Estoy agradecida con la Vida y con cada una de mis hijas por igual por dejarme ser testigo cercano de sus búsquedas, logros y preguntas. Han sido unas mujeres extraordinarias y las tres genuinamente disfrutamos estar juntas en ocasiones bastante frecuentes  especialmente al compartir opiniones, novelas, risas y lágrimas.

La amistad es mi religión, me gusta entablar franca amistad con personas diversas a mí. Con las y los amigos no siento fronteras ni límitaciones.  Me doy cuenta que tengo más conexión con personas que están en el ámbito de las artes y que poseen una creatividad superior a la media, mi esposo es uno de ellos además del mejor compañero y amante.

Ahora que ya estoy en la sexta década de mi vida los logros profesionales y las credenciales oficiales son accesorios que prefiero no cargar ni mostrar.