El Sol del Valle publica mi artículo en portada.

Nadie los vio salir.

Por: Angélica Breña.

“Llegaron a eso de tres, cuando los músicos todavía no se cansan y avientan cumbias y corridos como si estuvieran empezando.”Es el inicio del relato del escritor mexicano Eduardo Antonio de la Parra.

Nadie los vio Salir es un cuento corto donde De la Parra narra una experiencia muy particular que sucede en un bar fronterizo de mala muerte, frecuentado por los gringos y los norteños:“Los de la maquila apenas acaban la segunda jornada y entran bien ganosos, con garganta nuevecita y los billetes de la raya listos en la bolsa para reventarse un buen rato de cerveza y compañía”.

Cuando lo leí, supe que este cuento encaja muy bien para ilustrar lo que puede pasar en el Día de Muertos de los pueblos mexicanos.Lorenza es una fichera que se haya muy enferma y no se puede parar de la cama a trabajar. Su amiga, la voz narradora, no sabe si quedarse a cuidarla o, bajar a la cantina a trabajar;

“Ve, manita, por mí no te detengas” “Ve, necesitas los centavos”, le dice la moribunda.

La narradora decide que trabajará por las dos y cuando baja a la cantina llega una pareja muy diferente a los clientes acostumbrados. Discretos piden una cubeta de ampolletas, el calor es insoportable y la cerveza les entra como agua. La narradora los observa fascinada:

“Al mirarlos con cuidado era fácil notar la complicidad entre los dos: como si hicieran una travesura, igual a los chamacos que se van de pinta en vez de irse a clase. Se entendían a la perfección…me di cuenta que su alegría era privada y ya la traían desde antes de entrar aquí. El era guapo, ya lo dije, y con esa ropa blanca se me figuraba una aparición, alguien fuera de este mundo, bonito como el niño Dios.”

 Hace tres años llevé a mis amigos de este Valle, a presenciar Día de Muertos en Oaxaca. Estuvimos en San Agustín de Etla, un pueblito de Oaxaca donde el pequeño y humilde cementerio se encuentra en las faldas de la entrada de esta valiosa comunidad de artistas y artesanos. No eran las tres de la mañana, pero sí empezaba el sol a caer y las flores cempasúchil reverberaban a la luz de las veladoras. En la entrada había un grupo de músicos afinando sus instrumentos y calentando garganta con mezcales. Durante estas fiestas uno puede entrar como visitante a los cementerios; decidimos entrar discretamente pues a eso íbamos.

Fuimos invitados amablemente por una familia a sentarnos junto a la tumba de la abuelita. Siguiendo la tradición nos sirvieron mezcal, nos dieron cacahuates para pelar y empezaron a “platicar” con la abuelita. Yo le hacía de intérprete a nuestros amigos pues sabían poco español. Las dos hijas de esa abuela habían adornado la tumba con pétalos de flores, veladoras y calaveritas. Lo que más me llamó la atención fue que los platillos que estaban ahí estaban medio llenos. Ofelia la hija mayor, era una mujer recia de unos treinta años, tenía la mirada vidriosa por los mezcalazos que se había empinado. Elsa, la hermana, reía como una matraca en plena feria, las dos contaban historias de las travesuras que hacían en casa de esa abuela como si ella estuviera ahí. Nos sentíamos unos mirones fascinados y, les aseguro que, casi podíamos ver a la abuela chimuela riéndose. Llegaron los músicos; a bailar se ha dicho. Empezó el huateque, sin darnos cuenta ya estábamos bailando y brindando con los familiares y casi que, con la abuela.

Fue en ese momento cuando me acordé del cuento Nadie los vio Salir. Porque la narradora que había estado observando a la pareja, se daba cuenta que se traían algo entre manos. Eran dos “intrusos”, desconocidos, pero cuando se pararon a bailar armaron una verdadera juerga. Todos los comensales empezaron a sentirse muy contentos, jariosos… era una especie de bacanal.

La narradora nos dice cuando pasa junto a la mujer:“Se me hace imposible explicarlo: parecía que su cuerpo no pesara y resbalaba muy rápido por el suelo sin perder el equilibrio. No sé, como si no tuviera huesos dentro y la piel y el vestido fueran la envoltura de un paquete a punto de abrir.”

La pachanga llega a su clímax cuando la narradora recuerda a su amiga y compañera.“A Lorenza siempre le encantó bailar…-Ya sabes, comadrita-, me advertía, “yo soy capaz de morirme bailando”. Fue justo cuando todos zapateaban y cantaban a todo pulmón cuando Lorenza dio su espíritu.

Día de muertos trata de la esperanza. En esas fechas decoramos altares y tumbas esperando a que vengan “ellos”, nuestros amados muertos a celebrar. Es muy posible que nadie los vea salir.

https://angelica2017.edublogs.org/files/2022/10/Nadie-los-vio-salir-Spris-Sun.pdf

 

 

 

 

 

La Ciudad de Modesto

Modesto era una jirafa que vivió más de 20 años en cautiverio, era único en su especie pero siempre acompañado y cuidado por su encargado, un ejemplo de la bondad juárense, que llamaré Eubaldo en esta ocasión.

Seguramente Eubaldo ya era mayor cuando llegó Modesto a ese parque y aceptó su cargo como cuidador de ese gigantesco y dócil animal. El buen Eubaldo se fue encariñando de Modesto y la jirafa se fue acostumbrando a sus cuidados. Ambos envejecían y se acompañaban además de dar una poca de alegría a los niños, las niñas y los adultos que visitaban a Modesto y le ofrecían una zanahoria. Después del encierro de dos años de pandemia, que hizo patente la ausencia de los visitantes, el día primero de junio de este año Modesto murió y los niños le hicieron una ofrenda con cartas, dibujos, muñequitos y otros juguetes para su nueva vida en el Más Allá.

Lo curioso es que tres días antes Eubaldo se había muerto de causas naturales, después de más de 20 años de estar al cargo de la jirafa. Lo cierto es que Modesto resintió tanto la ausencia de la bonhomía y cariño de su cuidador, que su corazón dejo de latir. Tanto Eubaldo como Modesto son una muestra de la bondad y calidez que pueden tener los seres en esa ciudad. Sin embargo, la violencia y el crimen han teñido durante muchos años las noches de esa enorme y densa ciudad.

La casa de Modesto está en un parque urbano ubicado en el ombligo del área citadina de esa ciudad fronteriza que dio a luz al famosísimo y eternamente querido Juan Gabriel. Extrañamente, ese gran parque que contiene planteles educativos y culturales está partido a la mitad, escindido, interrumpido por una avenida de tráfico denso y pesado. Pareciera que fue un descuido o quizá un afán de disimular el abandono y no cuidado del Espacio Público. Como visitante pude notar más las ruinas, el abandono y el descuido que notar ese gran capital humano que guarda  Ciudad Juárez en el corazón de sus habitantes, más no en los que van de paso.

Me pregunto si esa Avenida que ha llevado a miles y miles de viajeros, conductores, migrantes, estudiantes, niños, niñas, madres, abuelos, trabajadores, empleadas, luchadoras, nómadas a El Paso, frontera con Estados Unidos, ya existía desde antes. Y luego, las autoridades, en un descuido, pusieron el parque en uno y otro lado de esa vía vehicular. Capaz de que, en otro descuido, los viajeros y transeúntes deciden ir al parque a recrearse y no sólo estar de paso o ir a El Paso. O quizás la intención fue amortiguar el ruideral del arroyo vehicular que taladra los oídos con las áreas secas y terrosas del Parque Central. Sin embargo, la milagrosa Naturaleza persiste, no importando la escasez del agua y  hace que los pocos huizachales florezcan bellamente.

 

En esa frontera no todos pasan, entonces, se quedan y esperan rabiosamente o mansamente a poder pasar del Otro lado. Quizás por eso no cuiden ese lugar.

 

Si lo más más tangible en Juárez es el triste abandono y descuido que reina por todas partes. También, lo más sensible es la amabilidad y calidez de las personas que me atendieron y me dieron la bienvenida en Juárez. Esa buena disposición y honestidad que noté, por ejemplo, en Juan Pichardo, conductor de taxi del aeropuerto al Consulado que nos devolvió con una gran sonrisa, sin costo alguno, la cartera que olvidó mi esposo en su auto.

Otro ejemplo son todos los empleados y oficiales que atienden a los “aplicantes” en el Consulado Americano, son extraordinariamente amables y pacientes con todos los que recurrimos ahí, sin hacer distinción alguna, a pesar de lo tedioso y repetitivo de sus tareas. También las meseras y servidores turísticos en el hotel, y cafeterías que estuvimos. Recuerdo un chiste, una cortesía al pasar. Incluso un saludo a la tercera mañana como: “¿Su café como siempre Señora?¨.

Me sorprendí al recibir una ayuda eficaz y educada de policía enmascarado que desvió su rumbo para indicarme dónde se encontraba el cajero automático y que no dejó de notar mi sospecha y temor. Y ya, para rematar el contraste de la condición de crimen extremo de la Ciudad con la interesante Señora Monique, habitante y madre de familia de Juárez desde hace décadas. Ha sido una gran promotora de la cultura, a pesar de lo infértil del terreno. Una Quijota, que, sin conocerme, se tomó la molestia y dedicó una tarde a pasearme por los lugares icónicos de esa ciudad, invitándome gentilmente el famosísimo y original “margarita” del bar Kentucky.

En tres días que estuve haciendo mis trámites en el Consulado me di cuenta de que mi mirada buscaba una compensación al desalmado espectáculo que ofrecía el paisaje que me rodeaba y fue el bello azul del cielo y sus pomposas nubes de variante color que podía ver siempre que alzara la mirada. También noté la nobleza de la naturaleza en los huizachales, única fuente de sombra, que a pesar del descuido de los habitantes florecían y echaban sus cartuchos de semillas aunque resultaba inútil esa fertilidad en las banquetas agrietadas.

Todo lo demás eran lotes baldíos, bolsas de basura decorando las mallas oxidadas como enredaderas, rincones con cascajo, coches destartalados, socavones con basura, calles rotas, ruinas de algún pasado que fue glorioso. Como las ruinas de la primera Escuela de Agronomía que fundaron los hermanos Escobar. O el muro deshecho de la casa que cobijó a Benito Juárez en 1865 cuando se refugiaba de los franceses.

http//laverdadjuarez.com/2020/12/27/cuando-benito-juarez-goberno-desde-paso-del-norte/

 

 

Mi lugar favorito de Basalt, Colorado

Mi lugar favorito en Basalt lo encontré en el verano del 2011. Yo llevaba algunos meses de salir con Julian, ahora es mi esposo. Él es un gran “fan” del “outdoors”; de hacer senderismo, de dormir bajo las estrellas, de ponerse lo mismo al día siguiente y de explorar cada montaña, lago o río que se encuentre. Ese año me invitó a venir aquí al río Frying Pan  a acampar en su terreno. Acepté sin saber nada de este valle entre ríos; el Roaring Fork y el Frying Pan. Nunca había hecho campismo, ni pesca. Nada sabía de senderos, mucho menos de osos, pumas, venados, águilas, castores y todos esos vecinos que ahora comparten nuestras vidas.Yo era una “flor de asfalto”, chilanga de buena cepa.

El primer día de acampar encontramos cerca de nuestro campamento un hueso muy largo recién peladito, todavía había restos de sangre, piel y pelos. Julian siguió las huellas con la mirada y encontró restos de popo del animal que había estado ahí, tomó unas fotos de las huellas y del excremento y me dijo vamos a averiguar de qué se trata.Yo pensé que habían sido unos maloras, humanos mal intencionados que nos querían asustar, pues que vengo de una Cd. muy grande y populosa donde hay todo tipo de gente.

Manejamos a este edificio tan simpático y bonito con su verde característico y…fue una auténtica revelación entrar en ese espacio inundado de luz y frescor. Muy acogedor pero moderno fue una experiencia muy parecida a la magdalena de Proust.

Recuerdo que había una escultura de alambre que volaba en esa doble altura que permite ver por los ventanales las montañas. Camine al fondo atraída por el verdor que brillaba por esos cristales, la luz actuaba como un imán, me enamoré de la vista del río y su paisaje.

Recorrí con la mirada los escritorios perfectos para trabajar, los sofás tan cómodos para leer después de una caminata, los contactos para cargar mi celular, periódicos del día para leer y el colmo de mi gozo…muchos, pero ¡Muchos libros! ¡Era el lugar ideal para sobrevivir los 15 días de campamento! Caminé por el resto de las instalaciones y me sentí como Alicia en el País de las Maravillas. La arquitectura y diseño de interiores de la sección de niños y jóvenes era lo que yo, como maestra de literatura, siempre había soñado.

La bibliotecaria nos dio la herramienta perfecta para saber que había sido un Puma, aquí les llaman mountain lion, el que se había merendado al venado que rondaba cerca de nuestro campamento y no era ningún signo humano de amenaza, ni motivo de miedo.Era nuestro vecino cumpliendo con su destino.

En mi vida de la Ciudad de México nunca hubiera imaginado ir a una Biblioteca Pública a averiguar este tipo de cosas. Las bibliotecas allá son lugares más bien serios y oscuros, para hacer investigación y estudiar, las buenas se encuentran muy lejos de mi casa y la gran mayoría no presta los libros. Lo normal en mi colonia es ir a las librerías como El Péndulo, pedir un café y desear que haya en existencia el libro que busco. Si no lo hay, seguramente me encontraré con alguien conocido para platicar y seguir cafeteando.

Librería El Péndulo , Ciudad de México
Librería El Péndulo, Ciudad de México

La biblioteca de Basalt fue la que verdaderamente me dio la bienvenida a este valle. Me sentí en casa inmediatamente con su comodidad e instalaciones pero lo más importante fue su gente. Los bibliotecarios, que ahora son mis amigos y consejeros, me han enseñado que no hay preguntas estúpidas, que siempre hay una puerta abierta para aquello que quiero investigar o saber. Nunca me he sentido mal por no entender cómo funciona el sistema o solicitar ayuda para encontrar un libro o material. Nunca hay ridículos, ni imposibles. Berenicé Forrest, la asistente de Dirección me abrió las puertas de par en par para conducir un grupo que le llamamos El Placer de Leer y que funciona hace 5 años durante el verano.

 

Con su colección de libros sobre fauna, flora  e historia de las Montañas Rocallosas me ha hecho abrir mi corazón a la vida natural que nos rodea. Estar en la biblioteca me trajo nuevas amistades que actualmente son mi tesoro de estas latitudes. La biblioteca me ha brindado nuevos aprendizajes y placeres como escuchar recitales y la mejor música de cámara del festival de Música de Aspen, hasta ver las estrellas a través de un telescopio.

Los libros y las historias eran mi refugio, mi inspiración desde siempre, pero aquí, en la biblioteca de Basalt junto con su personal, me abrieron el hemisferio Norte de mi vida. Es el centro gravitacional que me ha dado pertenencia, razón suficiente para seguir ofreciendo mi tiempo y entusiasmo a esta organización como agradecimiento de tantos placeres recibidos gratuitamente.

 

 

Y tú, ¿Quién eres?

Y ¿Tú quién eres?

Te invito a que hagas este ejercicio: escribir tu perfil como si lo fueras a publicar en redes sociales y te atrevas a subir fotos, yo lo hice y me sirvió para delinear mi identidad actual. La pregunta fundamental ¿Quién soy? siempre nos remite a nuestro prójimo; padres, hermanas y hermanos, hijas, esposo, y también a aquellos lugares o decisiones que nos revelaron lo que hoy somos.

Soy la hermana güera de cinco que no lo son, me pusieron el mismo nombre que mi madre por ser la mayor de las hijas pero le antecedieron un “María” para distinguirme, el cual nunca me llamaron y creo que tampoco me distinguieron. Ahora que mi madre tiene 91 años con Alzheimer galopante se hace unas bolas tremendas cuando le contesto a su, siempre misma pregunta, -Y ¿Tú quién eres?-  Angélica Breña, le contesto y entonces viene una cascada de confusiones que me hacen desear haberme llamado María y ya. Descubro que mi papá no le puso mucha atención a cuál sería mi nombre y eso que asistió a mi bautizo y al Registro Público para obtener mi primer documento de identidad oficial, mi acta de nacimiento que esta manuscrita fue elaborada en la Ciudad de México en 1959, dice María Angélica Breña Malacara, al anverso una serie de garrapatitas corrigiendo la errata por Malagamba. Mis dedos gordos del pie son mi señal distintiva, esféricos y abultados como si fueran una tutsi pop, los pobres siempre sufren de golpes y sus uñas están maltratadas a pesar de los cuidados extras que les doy, los heredé de mi padre, él los tiene en las manos. En una ocasión me dijo una bruja que eran así por que yo he vivido muchas vidas anteriores, entonces me consuela que he evolucionado puesto que no soy una piedra.

 

 

  Tuve la suerte de tener un padre presente y hasta la fecha quiere seguir funcionando como tal pero en mi infancia estuvo tan ocupado trabajando y manteniendo la casa y estudios de todos nosotros que no le dio tiempo de irnos conociendo a cada uno en nuestra individualidad. Mi percepción de cuál es mi lugar en el corazón de mis padres es diferente a la que mis hermanos dicen de mí pero agradezco haber tenido una vida en, lo que ahora llaman, familia tradicional. Conservo buenas fotos impresas de la vida familiar y siempre que pienso en mí de niña se me viene la imagen de una niña alegre, extrovertida y con aura brillante.

 

 

 

Mi inclinación por la literatura y la buena música viene de mi mamá. Ella cultivó la literatura latinoamericana y fue una notable maestra de jóvenes mujeres a nivel preparatoria, licenciatura y maestría. Dejó de ser mi madre a mis 36 años para convertirse en mi  verdadera maestra cuando hice el posgrado en Humanidades. Ella me fomentó la buena cultura y la sensibilidad para descubrir las narrativas de moda del siglo XX, desde tabicones como el Ulises James Joyce hasta revelaciones de mis yoes como Ernesto Sábato, Octavio Paz, y su amado Vargas Llosa. Papá también contribuyó a ese gusto mío por los libros y las Humanidades nos leía los domingos en el desayuno algunos cuentos de Oscar Wilde y siempre recordaré cómo me conmovía el Príncipe Feliz y esa pequeña incauta golondrina que se quedó sin migrar por seguir haciendo lo que el príncipe le decía.

 

He cultivado el hábito de la lectura y el de ser una continua aprendiz de las artes, del francés y del italiano en mi tiempo propio, aquel que me queda para mi deleite, que procuro sea cada vez más.

He tenido el privilegio de amar y ser correspondida en varias ocasiones. De esos amores definitivos y públicos conservo gratísimos recuerdos y espinosas enseñanzas. No puedo decir que no lamento nada de lo que pasó como dice la Piaf pero sí he incorporado las vivencias más dolorosas a mi disco duro de tal manera que ya no sangran, al contrario lubrican y ayudan a que yo camine la vida como si estuviera descalza sobre vidrios y ascuas.

Hay dos lugares entrañables más que favoritos que me han ayudado a ser como soy:

  1. El estudio de mi mamá donde había muchos libros de todo tipo a mi alcance. Buscar las palabras prohibidas y explorar los interiores de esas páginas a mi antojo me enseñó la libertad. Cuando estaba en la edad de la punzada me alejé de esa biblioteca para formar la mía, en esos veranos las tardes lluviosas se prestaban para saltar charcos y soñar con esas historias que leía. Esas dos actividades se mezclaban como café con leche. Ahora cuento con un estudio formado y diseñado por mí. Me gusta sentarme a rodeada de libreros llenos de libros leídos y consultados por mí en todos estos años y con una ventana que en abril se llena de jacarandas.
  2. Ennedi, región en el desierto del Sahara. Fue una verdadera aventura y el mejor regalo que me dio Julián mi esposo en 2014. En el desierto el silencio es de cristal y las estrellas fueron la obra maestra más bella que he visto. Anduvimos en caravana en camellos con nuestro mundo a cuestas. Una gran metáfora de la vida toda.

 

Con el tiempo he descubierto que la felicidad es un estado de ánimo muy volátil y delicado pero que se puede cultivar, algo así como los gusanos de seda y ahora que me estreno como abuela de Kublai (Xavier) con el solo hecho de que exista ese bebé me invade un deseo enorme de estar feliz.

El amor a mis dos hijas me ha acompañado siempre para volver a intentar, para explorar esos horizontes desconocidos, para escoger el camino luminoso. Estoy agradecida con la Vida y con cada una de mis hijas por igual por dejarme ser testigo cercano de sus búsquedas, logros y preguntas. Han sido unas mujeres extraordinarias y las tres genuinamente disfrutamos estar juntas en ocasiones bastante frecuentes  especialmente al compartir opiniones, novelas, risas y lágrimas.

La amistad es mi religión, me gusta entablar franca amistad con personas diversas a mí. Con las y los amigos no siento fronteras ni límitaciones.  Me doy cuenta que tengo más conexión con personas que están en el ámbito de las artes y que poseen una creatividad superior a la media, mi esposo es uno de ellos además del mejor compañero y amante.

Ahora que ya estoy en la sexta década de mi vida los logros profesionales y las credenciales oficiales son accesorios que prefiero no cargar ni mostrar.

 

“También hay cosas buenas ahora, no creas…”

Esta frase la tomé de una carta. Karen Dinesen le escribe una carta a su Tía Lidda (hermana de su mamá) el 18 de abril de 1939. Así como la siguiente:

Estoy agradecidísima por haber podido disponer de este período de tiempo para pensar con claridad lo que voy hacer en la vida, incluso la inseguridad reinante del mundo no va del todo mal para mi estancia aquí, como puede sucederle a otra pobre gente que tiene tanto que perder y tanto que temer.” (Cartas desde Dinamarca. Correspondencia 1931- 1962 Karen Blixen, Nórdica libros 2012.)

Definitivamente la conocida Karen Blixen no tenía nada que perder pues la vida le había regalado una miríada de vivencias y mucho menos tenía nada que temer, ya se había enfrentado hasta con leones en Africa, por no decir la sífilis que le transmitió su marido.

Un vistazo rápido a su vida: Nace el 17 de abril de 1885 en una hacienda situada entre Copenhague y Elsinor, Dinamarca. Es la mediana de tres hermanas y dos hermanos. Educada en su casa como todas las familias de la alta burguesía de su época. Los niños si asistían a la escuela. Su padre proveniente de una estirpe de terratenientes, militar, escritor y crítico político sacude a su familia suicidándose en 1895. Karen o Tanne, como firma en sus cartas, apenas tenía 10 años de edad.

Poco antes de cumplir treinta años se prometió a su primo segundo el Barón Bror von Blixen- Finecke y, yo diría por conveniencia, se casaron en Mombasa en 1914. Año en que inicia la Guerra Mundial, el resto ya se lo saben…

En 1921 La baronesa se convierte en una mujer autónoma; administradora, capataz, maestra , amante, cazadora, exploradora y dama de sociedad de la colonia inglesa en Africa del Este. Precisamente en donde ahora es Karen en Nairobi, que, por cierto, actualmente es el barrio “nice” de Nairobi, equivalente a las Lomas.

En 1931 se regresa a Dinamarca porque su estado de salud era muy frágil (la sifilis estaba a todo lo que daba, y su madre se apagaba) su granja cafetalera en las faldas de la Ngong Hills había quebrado, y, a pesar de que, lo último que hubiera deseado es confrontar a su sociedad europea con el sello del fracaso en la frente, regresó a la casa familiar enfrentando la humillación y afrontando la inseguridad mundial que amenazaba a toda Europa de nuevo.

Sin embargo, siempre el regreso a casa y permanecer en ella sin mucho qué hacer trae descubrimientos enusitados. Para Karen a sus 46 años fue encontrarse con un cofrecito donde su madre guardaba todas las cartas que ella le había escrito desde África y al releerlas se inspiró para escribir la inolvidable “Out of Africa” publicada en 1937 tanto en inglés y danés por ella misma. Acto seguido le compraron los derechos para la inolvidable película caracterizada por Robert Redford y Meryl Streep, que seguramente muchas de nosotras vimos deleitadas.

Desde entonces esa primera oración “I had a farm in Africa, at the foot of the Ngong Hills..” Nos trae recuerdos maravillosos. https://youtu.be/OHW7a5hJJfU

Regresando a la carta del principio que le escribe a la tía, encontré esta frase que evoca ecos el día de hoy:

“Sobre la situación mundial no hay mucho que escribir, hay que estar dispuestos para lo que sea que vaya a venir, para mí lo que sucede ahora no me parece mucho peor que lo sucedido en tiempos pasados”

Continuará…

Angélica Breña.

Antes de Desaparecer

 

Entiendo que la razón principal de hacer un Paro Nacional es el de protestar contra la indiferencia que ha mostrado nuestro gobierno con respecto a la alarmante cifra de feminicidios que venimos cargando por décadas pero que recientemente se ha agudizado y se ha enfatizado la falla de las autoridades competentes y respuestas eficaces.

El domingo mis hijas me corrigieron pues yo dije que en México hay un promedio de tres mujeres al día asesinadas y resulta que son 10. Me cayó una bola de boliche en estómago al darme cuenta que estábamos sentadas 5 mujeres de 8 comensales en la mesa y que al día siguiente esa cifra sería de nuevo 10 si no es que más.

No sé mucho de leyes y reglamentos en cuanto a cómo es el procedimiento para meter a la cárcel y darle la pena mayor a un tipo que mata a su mujer, a la cual acostumbra golpear y, supongamos que esta vez, se le pasaron las copas y le dio con más coraje por ser mujer hasta matarla, o a un tipo que se roba a una niña de nueve años la viola y luego la mata. O a un tipo que comete un homicidio accidental cuando roba un banco.

Lo aterrorizante es nombrar a Ingrid como lo estamos haciendo, lo grave es que ya es parte de nuestra cotidiana conversación y que ya casi no nos estremecemos al escuchar una nueva desaparecida.  Saber que la Administración de Justicia y el Poder Judicial lo apuntan y no dan una pronta respuesta o proponen una solución contundente.

 

Lo escandaloso es que cuando le pregunté a la Sra. Genoveva, que viene a mi casa a limpiar y lavar los martes, y que, vive en la Neza.  – ¿Geno, ya sabes que va a pasar el nueve de marzo? Le pregunté suavemente.

  • Sí. Dijo bajando los ojos y se miró los zapatos como si algo le apretara.
  • Y, ¿te unirás al Paro?

Me contestó que no puede dejar de trabajar en la tienda de jarciería ni un día pues con ese sueldo ella compra la comida y la prepara para que cenen sus dos hijas y su esposo en la noche juntos. El resto del día cada uno de los miembros de familia se procura el desayuno y el almuerzo en los larguísimos trayectos a sus trabajos. Entonces mi esposo le propuso que cambiara el día con nosotros y que contará de inmediato con su sueldo de los martes y que ese martes en vez de venir aquí reponga el día 9 en la tienda. Ya que su jefe y dueño de la tienda no está dispuesto atender personalmente a los clientes pues le da claustrofobia.

– Así podrás unirte al Paro, le dijo Julian.

Ella esbozó una sonrisa turbada, con una mirada bondadosa y húmeda nos comentó que la hijita de 8 años de su vecina había desaparecido hacía días y que ya no sabían ni que hacer. No sé, si Genoveva hará el Paro, y cómo lo hará pero la noticia de esa niña me dejó helada.

Las respuestas del Presidente López Obrador al respecto del día 9 de marzo son devastadoras, siento que deberíamos hacer un Paro a las “Mañaneras”. Que no tenga ni una persona delante de él escuchando sus sinsentidos y necedades. Que todos los y las periodistas, comunicadoras y demás audiencia no asista un día. Que lo dejen hablando solo un día. Pero esto nunca va a suceder…

Entonces lo que he decidido hacer para unirme al Paro es:

  • No moverme de mi casa.
  • No hacer labores que son propias de ama de casa.
  • No prender el teléfono celular. No ver la mañanera, ni ningún otro noticiero.
  • No consumir ni un megadato, no conectarme a internet, pues también es consumo.
  • No matar el día ordenando cajones o haciendo limpieza profunda que nunca tengo tiempo de hacer.
  • Desaparecer en el ámbito público. Ser una desparecida.

 

Lo que sí voy hacer es:

  • Comer alimentos que ya los tenga previamente en el refrigerador o que los prepare o compre mi esposo.
  • Meditaré especialmente por las mujeres de mi país que han sido asesinadas.
  • Leer “Lisístrata” de Aristófanes con mucha atención. Lo anexo por si se quieren unir a esta lectura
  • Escribir sobre las experiencias de desigualdad de género que he tenido a lo largo de mi vida. (No se preocupen no las publicaré)
  • Escuchar música interpretada por mujeres, cuya obra haya sido compuesta por mujeres. La estoy bajando en este momento para no consumir google play o Spotify.
  • Ver una película previamente bajada dirigida por mujeres que tengan temas de mujeres como “Orlando” de Sally Potter basada en la novela de Virginia Woolf y, que era de mis favoritas, o alguna otra por Doris Dörrie. O Mujercitas.

Ahora cuéntame tú ¿Cómo te unirás al Paro? Tenemos unos días para escucharnos antes de desaparecer.

Angélica Breña

 

I have the simplest tastes. I am always satisfied with the best. O. W.

Elvira es una ávida lectora y, como dice un experto en neurociencia  “la lectura es la mejor gimnasia posible para nuestro cerebro a cualquier edad. Nos estimula, nos proporciona bienestar, placer, y nos enseña a entender mejor al otro, a ponernos en su piel y, por ende, a convivir mejor en sociedad”.

La consigna era traer una carta de amor, ella eligió uno de los más excelsos momentos del  romanticismo y del arte. Empezó sin preámbulos con el saludo de la carta:

“Mi dulce rosa, mi delicada flor, mi lirio de los lirios, será a buen seguro en la prisión donde tendré que probar el poder del amor…”

 Elvira hace una pausa y dice – ¿Ya saben de quién se trata? -. Y como yo le quedaba enfrente, su mirada me inquiría, me sentí turbada pues no tenía ni la más remota idea. Siguió.

“Hubo momentos en los que pensé que hubiera sido sabio separarnos. ¡Ah momentos de debilidad y de locura! Veo que ello habría mutilado mi vida, arruinado mi arte, roto los acordes musicales que forman un alma perfecta. Aunque cubierto de fango te enalteceré…

 

La carta la escribió Oscar Wilde a Bosie cuando lo acaban de condenar culpable. Elvira nos relata lo sucedido:

Bosie y Oscar son más que amigos. Se conocen en 1891 y Wilde ve en el apuesto y caprichoso joven su objeto de deseo. El marqués de Queensberry, padre de Bosie, al enterarse de la relación, intenta ponerle fin. En un momento determinado, éste deja una nota en el club donde habitualmente acude Wilde que reza “A Oscar Wilde, que alardea de sodomita”. El escritor lleva a juicio al padre de Douglas por difamación e injurias, pero el proceso se vuelve en su contra y es acusado de grave indecencia, es condenado y pasa  años en la cárcel. La mentalidad de la sociedad que reinaba en esa época era obcecada, estrecha y voraz, la moral victoriana. Moral que arruinó la vida de uno de los más grandes y citados autores.

Elvira sigue leyendo la carta y la despedida nos conmueve a todas:

He decidido que es más noble y hermoso permanecer aquí. No podemos estar juntos. No quiero ser llamado desertor ni cobarde. Un nombre falso, un disfraz, una vida acosada, nada de eso me gusta, pues tú te has mostrado en esa alta colina donde se transfiguran las cosas bellas…”

 Elvira comentó los grandes momentos literarios de Wilde, su agudeza, su poesía , su sentido del humor, sin pronunciar ningún juicio a su vida sexual, sin perdonarle ni condonarlo. Sólo apreciando el legado literario que Wilde nos dejó. Es esta conducta la de la verdadera inclusión y empatía. Nos demostró que su gran Viaje del Aprendizaje ha dado frutos ejemplares. ¡Gracias!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TINDER se concibió en el Surrealismo.

 

Sofi es, quizá, la más informada y actualizada del grupo. Siempre sabe lo que está pasando en el ambiente político, económico y sabe de las nuevas tendencias que impregnan nuestro panorama. Seguramente sus dos hijos, que son unas lumbreras, entablan con ella ricas conversaciones de temas actuales en la sobremesa de los domingos. Es una mujer muy completa, pues a través de todos estos años nos ha demostrado tener un profundo conocimiento de lo humano: del dolor, de la amistad y la Fé.

En esta ocasión escogió una simpática carta de Remedios Varo dirigida a un soberano Desconocido. Sofi dijo -es el antecedente del tinder-. Y, si lo lees con atención, lo es.

Lectora date un respiro surrealista y lee la propuesta de esta maravillosa artista mexicana, Remedios Varo, dando click abajo.

Remedios Varo (1)

Energía Radiante

 

 

Es muy interesante ver los procesos de asociaciones y atracciones que hay en los lectores con los autores.

Una de los mayores gustos de Rocío es hacer ascensos y caminatas en las montañas. Recuerdo hace mucho cuando hicimos juntas El Paso de Cortés como sus ojos brillaban una energía radiante. Ella escogió una carta cuya fuerza cósmica nos remite a los volcanes mexicanos. Nada menos que de Dr. Atl a Carmen Mondragón, Nahui Ollin.

 

 

Fulgor vertiginoso
Radiación destructora de la muerte
Ansia luminosa de mayor esplendor
Desesperación de mayor vida
Hoguera en cuyo centro vibra la llamarada azul de tu más vivo deseo
Inquietud ardiente
Energía radiante
Flama suavemente coronada de áureo resplandor
Fulguración en cuya lumbre la conciencia se precipitó como un planeta desorbitado en el fuego de un sol…
Es tu nombre el más grandioso símbolo de las cosmogonías
Es tu boca la más humana de todas las bocas
Son tus ojos dos abismos abiertos entre el polvo sideral
Anillos de una nebulosa a través de los cuales se miran los abismos del caos
Gloria ardiente es tu cuerpo y es tu pensamiento una rotación que conmueve el universo e ilumina mi corazón.
Dr. Atl