I have the simplest tastes. I am always satisfied with the best. O. W.

Elvira es una ávida lectora y, como dice un experto en neurociencia  “la lectura es la mejor gimnasia posible para nuestro cerebro a cualquier edad. Nos estimula, nos proporciona bienestar, placer, y nos enseña a entender mejor al otro, a ponernos en su piel y, por ende, a convivir mejor en sociedad”.

La consigna era traer una carta de amor, ella eligió uno de los más excelsos momentos del  romanticismo y del arte. Empezó sin preámbulos con el saludo de la carta:

“Mi dulce rosa, mi delicada flor, mi lirio de los lirios, será a buen seguro en la prisión donde tendré que probar el poder del amor…”

 Elvira hace una pausa y dice – ¿Ya saben de quién se trata? -. Y como yo le quedaba enfrente, su mirada me inquiría, me sentí turbada pues no tenía ni la más remota idea. Siguió.

“Hubo momentos en los que pensé que hubiera sido sabio separarnos. ¡Ah momentos de debilidad y de locura! Veo que ello habría mutilado mi vida, arruinado mi arte, roto los acordes musicales que forman un alma perfecta. Aunque cubierto de fango te enalteceré…

 

La carta la escribió Oscar Wilde a Bosie cuando lo acaban de condenar culpable. Elvira nos relata lo sucedido:

Bosie y Oscar son más que amigos. Se conocen en 1891 y Wilde ve en el apuesto y caprichoso joven su objeto de deseo. El marqués de Queensberry, padre de Bosie, al enterarse de la relación, intenta ponerle fin. En un momento determinado, éste deja una nota en el club donde habitualmente acude Wilde que reza “A Oscar Wilde, que alardea de sodomita”. El escritor lleva a juicio al padre de Douglas por difamación e injurias, pero el proceso se vuelve en su contra y es acusado de grave indecencia, es condenado y pasa  años en la cárcel. La mentalidad de la sociedad que reinaba en esa época era obcecada, estrecha y voraz, la moral victoriana. Moral que arruinó la vida de uno de los más grandes y citados autores.

Elvira sigue leyendo la carta y la despedida nos conmueve a todas:

He decidido que es más noble y hermoso permanecer aquí. No podemos estar juntos. No quiero ser llamado desertor ni cobarde. Un nombre falso, un disfraz, una vida acosada, nada de eso me gusta, pues tú te has mostrado en esa alta colina donde se transfiguran las cosas bellas…”

 Elvira comentó los grandes momentos literarios de Wilde, su agudeza, su poesía , su sentido del humor, sin pronunciar ningún juicio a su vida sexual, sin perdonarle ni condonarlo. Sólo apreciando el legado literario que Wilde nos dejó. Es esta conducta la de la verdadera inclusión y empatía. Nos demostró que su gran Viaje del Aprendizaje ha dado frutos ejemplares. ¡Gracias!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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